historias veridicas paranormales

historias de terror de casos reales

A finales de agosto de 1978, el súbdito belga André van der Wherte, de veintidós años de edad, se disponía a regresar al hotel donde estaba alojado en Playa de Aro (Gerona, España), localidad de la Costa Brava. Había pasado el día en Tossa de Mar, otro lugar de veraneo Cercano; había disfrutado del sol y del mar en una pequeña cala y de una suculenta paella de pescado en un restaurante del Paseo Marítimo, y en un momento dado creyó oportuno reunirse con sus padres que se habían quedado en Playa de Aro. Su automóvil estaba estacionado a la entrada del pueblo, cerca de la carretera que conduce a Palamós. Caminó unos minutos hasta llegar allí, y enfiló la mencionada carretera. A la salida del pueblo divisó a lo lejos a un mochilero. André no tenía por costumbre parar en aquellos casos, pero aquel día iba solo y tenía ganas de conversar con alguien, por lo que decidió detenerse. El mochilero subió al automóvil con una amplia sonrisa, y resultó ser una joven bastante agraciada que iba vestida con un atuendo un tanto extraño, como de principios de siglo. André no se sorprendió excesivamente: "Cosas de la moda", pensó; pero este detalle se le quedó grabado en la memoria. La joven hablaba algo de francés, y André, cuyo idioma materno era el flamenco, también. Comenzaron hablando del tiempo, del mar, del contrabando, de las curvas de la carretera, y la joven, que parecía conocerla muy bien, puso en guardia a André sobre su extrema peligrosidad. El coche iba a más de 80 km/h, y ella consideraba que era una velocidad demasiado alta. Acababa de explicarle que hacía muchos años había sido víctima de un accidente en una de las curvas más peligrosas de aquel mismo recorrido, cuando, de repente, se calló. André estaba concentrado en la carretera y tardó unos segundos en observar que la mochilera ya no se hallaba en el coche. Se detuvo y bajó. La estuvo buscando, pero no logró encontrar ni rastro de la misteriosa joven. No había oído que la puerta se abriera, y cuando paró el coche se dio cuenta de que estaba bien cerrada. Inquieto y nervioso, volvió a Tossa de Mar para dar parte a la Guardia Civil de lo que le había ocurrido, pero el sargento de guardia le dijo que no era necesario, que al menos una vez a la semana, sobre todo durante la temporada turística, aparecía la misteriosa mochilera para advertir a los conductores que no corrieran demasiado. Resultaba mucho más efectiva que el disco de limitación de velocidad. ¿Debemos aceptar el relato de André como un hecho real? Muchos parapsicólogos dirían que no: la historia no ha sido corroborada absolutamente por ningún otro testigo, y se apoya únicamente en la palabra de un solo individuo, con la única excepción de la experiencia del Guardia Civil formulada en términos más bien vagos. Muchos se niegan a aceptar como pruebas las declaraciones subjetivas y no corroboradas de personas emocionalmente involucradas en los acontecimientos que describen. Con la mejor voluntad del mundo, estos testigos sólo pueden contar la verdad tal como ellos la percibieron, y puede que esta verdad suya no corresponda a lo que realmente ocurrió. Pero sucede que la historia del mochilero fantasma constituye un clásico dentro de las historias de fantasmas, un viejo y repetido motivo que reaparece una y otra vez en muchas localidades distintas. "La gente -declaró el folcklorista y antropólogo Andrew Lang, que fue nombrado en 1912 presidente de la Society for Psychical Research de Londres- sitúa inconscientemente antiguas leyendas en lugares nuevos y transpone antiguos motivos o fábulas a nuevas personas." De este modo las antiguas historias adquieren vida de nuevo y pasan de un narrador a otro extendiéndose por todas partes. Estos "fantasmas populares" suelen ser tema de las tradicionales historias sobrenaturales regidas por estrictas convenciones narrativas. El narrador y su audiencia acuerdan tácitamente abandonar toda postura de incredulidad y aceptan la posible realidad de la historia, admitiendo el hecho de "que ocurriera a un amigo de un amigo" del narrador. Pero algunas de estas historias no soportan un examen un poco profundo. Cuando un investigador pide por ejemplo los nombres de los testigos, generalmente ocurre que, al igual que el fantasma de la historia, éstos posean el don especial de desaparecer sin dejar rastro. El investigador no puede comprobar ningún dato, y la historia queda reducida a un rumor que va corriendo. Pocas historias de fantasmas están tan extendidas como ésta del mochilero fantasma. La historia se cuenta en España, Gran Bretaña, Suecia, Sicilia, Corea, Canadá, Malaysia, Pakistán y Sudáfrica. Naturalmente, los detalles referentes a la edad, sexo y aspecto físico del mochilero varían, como también varían el número de testigos y el tipo de vehículo -un coche, un taxi, una motocicleta, un autobús, un carruaje de caballos y, en una versión malaya, un vehículo tirado por un coolie-. En la forma más frecuente el mochilero es una mujer joven que antes de desvanecerse misteriosamente porporciona al conductor una dirección a la que éste después acude, enterándose, con gran horror, de que la chica ha muerto hace días, meses o años. Sin embargo, en muchas ocasiones el episodio carece de toque dramático. Las creencias culturales pueden influir en la interpretación del mochilero fantasma. En Europa suele interpretarse como el espíritu de una persona muerta, generalmente víctima de un trágico accidente de tráfico; pero en otros lugares se considera que es un profeta, un demonio, una diosa, una bruja o un hada. Por ejemplo, en Hawai el mochilero fantasma se relaciona con pele, diosa tutelar del volcán Mauna Loa, representada como una vieja, que lleva un cesto. En Malaysia aparece el lang suyar, ser vampírico que se transforma en una atractiva mujer y aguarda al conductor en los tramos solitarios de carretera; cuando lleva un rato en el vehículo, la mochilero sale volando emitiendo unos chillidos que hielan la sangre. El motivo básico de un mochilero sobrenatural que desaparece se va adaptando a las creencias y necesidades culturales de las distintas sociedades; esto contribuye a explicar su popularidad.

Imágenes de apariciones, fantasmas y espectros (Pág. 2)



¿Quién la agrarra del brazo?




¿habrá sido su protector o todo lo contrario?ghost photo?

Era una fotografia para captar lo original del signo dolar.. pero algo mas impresionante se vió al revelarla..

Ghost





















Las Sombras y el Perro

Las sombras y el perro

Era practicamente la medianoche cuando me encontraba dormido, recuerdo que de pronto me sentí entre dormido y despierto y quise despertar, pero no podía.
Algo me jalaba hacia dentro de la cama y poco a poco sentía que me iba hunidiendo, mientras más trataba de levantarme más me hundía y de pronto sentí unas manos que me tomaban de los hombros jalandome hacia dentro de la cama.
No podía abrir los ojos ni podía hablar, entonces de pronto ya pude abrir los ojos y vi el techo de mi cuarto, sentía las manos que me jalaban y trataba de gritarle a mi mamá o a alguno de mi familia para que me ayudara.
Pero sucedió lo más horrible de toda la noche.
Asi sin poderme mover pude voltear y vi que una sombra pasó rapidamente por la ventana, de pronto sentí mucho frío y una ráfaga de aire entró.
Eso era imposible porque no tenía abierta la ventana, sin embargo la sentí.
Me encontraba desesperado y con mucho miedo, sentía esas horribles garras jalandome hacia la cama, no podía hablar ni moverme solo mirar como pasaban las cosas esa noche.
La sombra se proyecto por el techo y yo empecé a rezar, sentía que algo no estaba mal y sólo rogaba porque fuera lo que fuera no se apoderara de mi, la cama empezó a sacudirse como si alguien la estuviera empujando y yo rezaba aun con más fuerza, de pronto se escuchó un grito hueco, sonoro, muy grave... como si se fuera alejando, era como un quejido y lo acmpañaron otros quejidos como los que se ven en las peliculas de muertos.
Se alejaron y por fin pude moverme, mi cuerpo me dolía y estaba empapado en sudor y pronto descubrí que todo lo había soñado
Me levanté y fuí a la cocina a tomar un vaso de leche caliente, tratando de quitar de mi cabeza la terrible sensacion y la experiencia tan amarga que había vivido.
Ya más tarde regrese a la cama, sólo para escuchar una voz horrible que decía mi nombre, me levanté rápidamente y entonces descubrí algo que me dejó aterrado.
Alrededor de mi cama había tierra o ceniza, no lo sé, era un polvo oscuro que no sé de donde había salido.
Salté a la cama y comencé a rezar de nuevo, recuerdo que tenía lagrimas en los ojos y mucho miedo, las voces se escucharon de nuevo quejándose y yo deseaba que de nuevo fuera una pesadilla.
Me arrojé sobre la biblia que tenía guardada en un cajón y empecé a pedir porque no me pasara nada, luego escuché ruidos afuera y vi que la sombra se acercó a mi ventana.
Abrazé la biblia con todas mis fuerzas y oré como nunca.
Sonó un golpe seco y un grito y de pronto ya no se escuchó nada más. A lo lejos el perro de la casa vecina aullaba y todo volvió a la normalidad.
Al otro día me enteré que el perro había muerto en la noche y nunca supieron porque.

El extraordinario caso de "Madame V"



Relato de El extraordinario caso de "Madame V"




Esta es una de las historias más dramáticas de apariciones de fantasmas, que gracias al estudio del reconocido parapsicólogo francés Robert Tocquet, se hizo conocido.

Una mujer que para proteger su identidad fue apodada "Madame V" le confió a Tocquet notas sobre las experiencias que había tenido:

Madame V decidió vacacionar, entonces el día 6 de julio de 1955, se alojó en un gran caserón del siglo XVII llamado Le Prieuré. En el caserón habían vivido un tiempo una comunidad de frailes, la cual durante la Revolución Francesa (1789 - 1799) fue desintegrada y el superior asesinado.

Pero ella no fue sola, la compañaban sus dos hijos de veinte (Jean) y treinta (Gastón) años. Madame V se alojó en una habitación que justamente había sido ocupada tiempo atrás por el superior de la comunidad.

Los primeros días la pasaron bien, pero al cuarto día de haber ocupado esa habitación, Madame V pudo ver a un munje sin manos y con una capucha: Ella dijo que era la noche del 10 de julio y vio pasar por su habitación una sombra oscura como una niebla y dentro de ella una luz. Inmediatamente ella comprendió que ésa figura era humana, y llevaba una capucha puesta y vestía una capa larga con cuello estrecho. La "sombra" se acercaba lentamente hacia ella y asustada se sentó en la cama contra la parted. Dijo que estaba helada y toda sudada, y atinó a gritar, pero no pudo. El terror la tenía inmóvil. El ente se movió hasta ubicarse delante de la chimenea y se arrodilló; ella puedo escuchar el sonido de las rodillas del éste golpeando el suelo. La mujer pasó el resto de la noche en vela y esperó el amanecer.En muchos días no sucedió nada, pero ella deseaba que apareciera el ente nuevamente para así poder hablarle. Su deseo se cumplió: una tarde ella se acostó en su cama y la puerta de su habitación se abrió y entro el monje.Ella persivio en el aire un olor mohoso y humedo,como una tumba.Mandame V pudo ver como el monje lloraba y se dio golpes en la cabeza contra el suelo tres veces y escuchaba que decía "Dios mío, misericordia, tened piedad de mí, tened piedad. Dios mío, perdonadme Jesús".Ella entabló una conversación con el espectro. Al principio el monje le dijo que no debía haberse alojado en este lugar, pues era para un ambiente religioso, y después profetizó un escalofriante futuro. El monje dijo que la Tierra estallaría por la locura de la humanidad. África, Asia y Europa se sumergirán en el océano y sólo permanecería la parte sur de América. También el monje hizo una confesión, dijo haber dejado morir a un prisionero en un calabozo. Pero esa no fue la única vez que habló con él, pudo establecer cominucación muchas veces más.

Una vez le dijo que una imagen de la Virgen estaba enterrada en un lugar del jardín y se lo especifió y allí mismo fue encontrada. También él le contó que lo habían matado los revolucionarios y le cortaron las manos, y lo emparedaron. Pedía que recen por él.

Con el paso del tiempo, Madame V estaba adelgazándo y se mostraba pálida, sus hijos empezaron a darse cuenta de que algo pasaba y finalmente les habló de la aparición; no le creyeron hasta que Jean pudo verlo.

Tocquet, que ya mantenía contacto con Madame V, les dijo que fotografíen al fantasma y trataran te tocarlo. El 26 de octubre de 1959, Jean fotografió al fantasma dos veces. A final de noviembre, Madame V se encontró nuevamente con el espectro e intentó tocarlo. Le puso la mano en la cintura con los ojos cerrados. En ese instante sintió un golpe en su cintura y un frío ahogador mientras el espectro se desvanecía. Jean había visto todo. Las manos de Madame V se hincharon y notaba mucho dolor. Ella pudo decirle a Tocquet que este ente estaba formado por un vapor frío y viscoso, pero no tenía esqueleto...

El espectro nunca más fue visto, pero el relato se ha hecho muy conocido y discutido por los parapsicólogos.


VIDEOS DE FANTASMAS, ESPÍRITUS Y APARICIONES


CASOS REALES DE FANTASMAS CAPTADOS POR CÁMARAS:


UNA NIÑA APARECE EN UN PARQUE EN CACUTA, COLOMBIA. LOS VECINOS FILMARON TODA LA NOCHE Y LOGRARON CAPTAR ALGUNAS IMAGENES...



DENTRO DE UN QUIRÓFANO UN FASTAMA PASA DETRÁS DEL PERSONAL, PERO CUANDO SE LO SIGUE, JAMÁS SE LO ENCUENTRA...



HAN CAPTADO A UNA BRUJA? ALGO SE MOVIA POR SOBRE LA MONTAÑA...



ALGO SEGUÍA A ÉSTE HOMBRE...





APARICIONES QUE PUDIERON SER CAPTADAS...








MÁS CAPTURAS ESPECTACULARES...




UN FANTASMA EN UN ESPEJO... LA ESTARÍA OBSERVANDO?




VIDEOS TERRORÍFICOS

VIDEOS TERRORÍFICOS

Éste conductor Nunca lo hubiera Imaginado...





Es el video de un padre q filma a su hija jugando con su "Supuesta" amiga imaginaria... el tema es q sin saberlo... filma al fantasma...



LA MANO INVISIBLE


LA MANO INVISIBLE



Alguna vez, en la familia de Lorena ya había ocurrido que a sus hermanas les habían acariciado el pelo, la espalda o inclusoempujado… La noche en que le ocurrió a Lorena este breve episodiodormía sola. Compartía habitación con su hermana pequeña, pero ella noestaba.
Se abrazó a la almohada, dejándose llevar por el sueño estirada y con el rostro hacia el techo. La almohada estaba agarradapor su brazo izquierdo, y allí permació todo el tiempo.
Cuando ya estaba empezando a dormirse ocurrió:
Ungolpe seco debajo de su ombligo y encima de su pubis la despertó degolpe. Casi se levantó pero no lo hizo, tan solo permaneció quietamirando a su alrededor y analizándolo todo: la almohada no había sido,seguía abrazada a su izquierda… estaba sola, nadie había tenido tiempo de entrar, pegarle y luego salir…
Pensó y recordó otro episodio, cuando un fin de semana se había marchado con unos amigos a celebrar un weekend en una casa de Icona en mitad de una montaña de Ayora. Todos iban a ponerse hasta arriba de tripis, pero ella no lo hizo. Tenía el suyo, pero no lo tomó, simplemente lo guardó.
La casa tenía apenas dos habitaciones: donde se dormía -un amplio cuarto donde había tirado en el suelo un colchón de matrimonio yuna litera de madera-, y el salón, donde se pensaban correr la juerga.
Menos una pareja que se marchó a la habitación, el resto permaneció enel salón tomando tripis, fumando porros y bebiendo alcohol. La fiesta no acabaría hasta el día siguiente. Lorena, por algún extraño motivo,no hizo nada de eso, y decidió irse a dormir.
No era cómodo tumbarse allí con aquella pareja que -si bien no estaban haciendo nada-sí buscarían algo de intimidad, pero por algún motivo que ni ella sabía, Lorena decidió tumbarse en una esquina de la litera, con el cuerpo pegado a la madera, los brazos flexionados en dirección hacia sucabeza, sin apenas un sólo hueco por el que alguien pudiera hacer loque hizo: tocarle el pecho.
No recordaba si era el izquierdo oel derecho cuando me lo contó, pero sí recordaba la sensación de pánico que sintió. Algo había tocado su pecho como si lo amasara, y no había espacio entre sus brazos para conseguir tal hazaña.
También en aquella ocasión, tras sentir un escalofrío en la espalda y notar cómo abría desmesuradamente los ojos por el miedo, analizó la situación. La pareja seguía tumbada en su rincón, y no había nadie más.
Su determinación fue más que sorprendente. Se dijo: si tengo que sufrir alucinaciones, al menos que sea con un tripi en el cuerpo.Curiosamente, el resto de la noche no le ocurrió nada más. Se comió su tripi, bebió alcohol y se rió con el resto de su grupo.

La Muerte Está Sentada


La Muerte Está Sentada


Mi cama está deshecha: sábanas en el suelo
y frazadas dispuestas a levantar el vuelo.
La muerte dice ahora que me va a hacer la cama.
Le suplico que no, que la deje deshecha.
Ella insiste y replica que esta noche es la fecha.
Se acomoda y agrega que esta noche me ama.
Le contesto que cómo voy a ponerle cuernos
a la vida. Contesta que me vaya al infierno.
La muerte está sentada a los pies de mi cama.
Esta muerte empeñosa se calentó conmigo
y quisiera dejarme más chupado que un higo.
Yo trato de espantarla con una enorme rama.
Ahora dice que quiere acostarse a mi lado
sólo para dormir, que no tenga cuidado.
Por respeto me callo que sé su mala fama.
La muerte está sentada a los pies de mi cama.
Óscar Hahn
La muerte es algo que no debemos temer porque,
mientras somos, la muerte no es y cuando
la muerte es, nosotros no somos.
Antonio Machado
La muerte llama, uno a uno, a todos los hombres
y a las mujeres todas, sin olvidarse de uno solo
-¡Dios, qué fatal memoria!-, y los que por ahora
vamos librando, saltando de bache en bache como
mariposas o gacelas, jamás llegamos a creer que
fuera con nosotros, algún día, su cruel designio.

EL PAYASO


EL PAYASO


Un hombre (padre de familia) decidió construir una casa para poder vivir en ella durante todo el año junto con su familia, su mujer y sus ocho hijos, así hizo una enorme mansión preciosa que era la envidia de todo el pueblo.

La familia se traslado a vivir allí en el momento en que el pintor dio la última pincelada, decoraron la casa a su gusto y colocaron un cuadro que habían comprado de regalo de cumpleaños a una de sus hijas en el salón, el cuadro mostraba un payaso visto de cintura para arriba que tenia los dedos de las manos estiradas, les gustaba mucho y además había sido muy barato

Cuando llevaban unos pocos días viviendo allí Cloe (que así se llamaba la esposa) fue a despertar a una de sus hijas que dormía sola en una habitación cuando vio que estaba muerta, Cloe dio un chillido e histérica fue a llamar a su marido y le exigió que se debían marchar de allí en el acto, que no le gustaba la casa y que estaban ocurriendo cosas muy extrañas, ya que el payaso del cuadro había bajado un dedo con lo cual ahora solo mostraba nueve (de esto ella no se dio cuenta). El hombre la tranquilizó y consiguió que se quedara tranquila en la casa.

Dos días después misteriosamente uno de los hijos adolescentes se estrello con la moto y falleció, la mujer volvió a exigir marcharse de la casa pero se quedaron.

Y así fueron pasando los días y cada poco moría un hijo, Cloe se empezaba a volver loca, de ocho hijos que habían tenido solo les quedaban cinco, sin embargo su marido pensaba que era mala suerte, Cloe decidió que al día siguiente se marcharía de la casa con sus hijos y dejaría allí a su marido.

A la mañana siguiente Cloe estaba muerta. El hombre se dio cuenta de que eso ya era demasiada coincidencia y se fijo entonces de casualidad en el cuadro y vio que ahora solo mostraba para arriba seis dedos y decidió investigar acerca de él.

Al siguiente día los gemelos aparecieron a las orillas del río al parecer ahogados, el payaso mostraba ahora cuatro dedos, ese mismo día murió también otra de las hijas por una sobredosis de droga, según las autopsias determinaron, pero el hombre sabía que eso era obra del payaso y vio que había bajado otro dedo.

Juró por su vida que protegería a los dos niños que le quedaban, uno de 2 años y otro de 6, pero por mucho que jurara y perjurara no conseguiría nunca que esas desgracias parasen pues cinco días después murió al menor de los niños y el payaso ya solo mostraba dos dedos.

Una semana después murieron los dos padre e hijo en un incendio que destrozó la casa, dicen que el cuadro se salvó y lo cierto es que todas las familias que han poseído un cuadro con dichas características han fallecido todos sus miembros.

HORROR EN EL CEMENTERIO


Todos los parientes de los muertos los visitan al cementerio los domingos. Hoy tenemos que visitar a nuestro padre. Son las 7:30, y el cementerio cierra a las 8:00.

-vallan al cementerio- dijo la madre de cuatro chicos llamados Juan Manuel, Facundo, Gonzalo y Nicolás.

- Si mamá ya vamos- dijo Facundo.

- Apúrense que ya casi son las 8:00 y el cementerio va a sierra el- grito la madre de los chicos.

Los chicos salieron derechito al cementerio. Cuando llegaron visitaron la tumba de su padre. Media hora después:

- ¡Ho no! Ya cerro el cementerio- dijo Juan Manuel.

De repente una lluvia empezó a mojar a todos, pero la lluvia no venia sola, un rayo se estrello frente de ellos en un árbol, el árbol se incendio y calló, por un poco más aplastaba a Gonzalo que estaba inmóvil.

Sintieron como si alguien estuviera excavando, así que decidieron ver quien era.

Vieron que se asomaba una especie de mano que salía de la tierra, el barro estaba cada vez más blando Gonzalo y Nicolás se iban para abajo.

No Entendíamos que pasaba, veíamos a nuestros hermanos hundirse en la tierra, pero no sabíamos que hacer.

Intentamos agarrarlos pero no funcionaba, se hundían cada vez más rápido, como las arenas movedizas, no había forma de detenerlas. Pero cuando se iban a terminar de hundirse paso algo increíble, un chico muy raro, tapado con una capucha, los ató a un árbol con una soga y los saco, como si nado. Fue increíble.

Pero… Había algo más la mano que se veía antes, ya no estaba, que era esa mano, no me lo preguntes.

- ¿Quién eres?- preguntaron.

- Yo soy un chico llamado Leandro- dijo el tal chico sacando se la raro calucha.

- ¿Y tu que haces aquí?- pregunto Juan Manuel.

- No, ¿que haces tú aquí?

- Bueno nosotros quedamos atrapados, porque las puertas ya se serraron, ahora tu- dijo Juan Manuel.

- Bueno a mi me paso algo parecido, cuando me iba a ir vi algo raro tipo una mano me fui a ver que era y cuando volví las puertas estaban serradas- dijo Leandro.

- ¡Que!, te paso lo mismo que a nosotros- dijo Juan Manuel.

- Pero, cuando vi a esos chicos hundiéndose fui a sacarlo, y al volver a ver si estaba la mano no la vi más- dijo Leandro.

- Eso fue lo que me pasó a mí, fue exactamente igual, pero no se que es ese ano, ni quiero saberlo- dijo Juan Manuel.

- Si, si, pero ahora tenemos que intentar salir de aquí- dijo Facundo.

- No hay forma de salir ya loe intentado todo- dijo Leandro.

- ¡Que estas insinuando! ¿que tendremos que pasar toda la noche en este lugar?- pregunto Nicolás.

- Si… pasaremos la noche aquí- dijo Leandro con una cara de misterio.

- Pues yo me boy de este lugar- dijo Gonzalo.

- Si, eso es lo que queremos todos, pero cómo hacerlo-dijo Juan Manuel.

Vieron la extraña mano de nuevo asomándose por la tierra.

- Ahí esta la rara mano- dijeron.

- Si pero esta vez se ve una parte del brazo ¿Que puede ser?- dijo Leandro.

- Tenemos que verlo de más cerca, vamos- dijo Juan Manuel.

Pero al acercarse paso lo que nunca hubiese creído si no lo veía con mis propios ojos. La mano se convirtió en un zombi, pero eso no fue todo. No era un solo zombi eran millones que salían de las tumbas, nos rodearon y uno de ellos nos ataco…

- ¡Juan son las 6:00 a levantarse!- dijo la mamá.

- Ah que alivio, ha sido todo un sueño- dijo Juan en voz baja.

Se levantó y fue a desayunar.

Una hora después la madre de les dijo:

-Chicos tienen que ir al cementerio-

- ¡Que!- dijo Juan.

El Retrato Oval de Edgar Allan Poe



El Retrato Oval

El castillo al cual mi criado se había atrevido a entrar por la fuerza antes de permitir que, gravemente herido como estaba, pasara yo la noche al aire libre, era una de esas construcciones en las que se mezclan la lobreguez y la grandeza, y que durante largo tiempo se han alzado cejijuntas en los Apeninos, tan ciertas en la realidad como en la imaginación de Mrs. Radcliffe. Según toda apariencia, el castillo había sido recién abandonado, aunque temporariamente. Nos instalamos en uno de los aposentos más pequeños y menos suntuosos. Hallábase en una apartada torre del edificio; sus decoraciones eran ricas, pero ajadas y viejas. Colgaban tapices de las paredes, que engalanaban cantidad y variedad de trofeos heráldicos, así como un número insólitamente grande de vivaces pinturas modernas en marcos con arabescos de oro. Aquellas pinturas, no solamente emplazadas a lo largo de las paredes sino en diversos nichos que la extraña arquitectura del castillo exigía, despertaron profundamente mi interés, quizá a causa de mi incipiente delirio; ordené, por tanto, a Pedro que cerrara las pesadas persianas del aposento -pues era ya de noche-, que encendiera las bujías de un alto candelabro situado a la cabecera de mi lecho y descorriera de par en par las orladas cortinas de terciopelo negro que envolvían la cama. Al hacerlo así deseaba entregarme, si no al sueño, por lo menos a la alternada contemplación de las pinturas y al examen de un pequeño volumen que habíamos encontrado sobre la almohada y que contenía la descripción y la crítica de aquellas.

Mucho, mucho leí... e intensa, intensamente miré. Rápidas y brillantes volaron las horas, hasta llegar la profunda medianoche. La posición del candelabro me molestaba, pero, para no incomodar a mi amodorrado sirviente, alargué con dificultad la mano y lo coloqué de manera que su luz cayera directamente sobre el libro.

El cambio, empero, produjo un efecto por completo inesperado. Los rayos de las numerosas bujías (pues eran muchas) cayeron en un nicho del aposento que una de las columnas del lecho había mantenido hasta ese momento en la más profunda sombra. Pude ver así, vívidamente, una pintura que me había pasado inadvertida. Era el retrato de una joven que empezaba ya a ser mujer. Miré presurosamente su retrato, y cerré los ojos. Al principio no alcancé a comprender por qué lo había hecho. Pero mientras mis párpados continuaban cerrados, cruzó por mi mente la razón de mi conducta. Era un movimiento impulsivo a fin de ganar tiempo para pensar, para asegurarme de que mi visión no me había engañado, para calmar y someter mi fantasía antes de otra contemplación más serena y más segura. Instantes después volví a mirar fijamente la pintura.

Ya no podía ni quería dudar de que estaba viendo bien, puesto que el primer destello de las bujías sobre aquella tela había disipado la soñolienta modorra que pesaba sobre mis sentidos, devolviéndome al punto a la vigilia.

Como ya he dicho, el retrato representaba a una mujer joven. Sólo abarcaba la cabeza y los hombros, pintados de la manera que técnicamente se denomina vignette, y que se parece mucho al estilo de las cabezas favoritas de Sulli. Los brazos, el seno y hasta los extremos del radiante cabello se mezclaban imperceptiblemente en la vaga pero profunda sombra que formaba el fondo del retrato. El marco era oval, ricamente dorado y afiligranado en estilo morisco. Como objeto de arte, nada podía ser más admirable que aquella pintura. Pero lo que me había emocionado de manera tan súbita y vehemente no era la ejecución de la obra, ni la inmortal belleza del retrato. Menos aún cabía pensar que mi fantasía, arrancada de mi semisueño, hubiera confundido aquella cabeza con la de una persona viviente. Inmediatamente vi que las peculiaridades del diseño, de la vignette y del marco tenía que haber repelido semejante idea, impidiendo incluso que persistiera un sólo instante. Pensando intensamente en todo eso, quedéme tal vez una hora, a medias sentado, a medias reclinado, con los ojos fijos en el retrato. Por fin, satisfecho del verdadero secreto de su efecto, me dejé caer hacia atrás en el lecho. Había descubierto que el hechizo del cuadro residía en una absoluta posibilidad de vida en su expresión que, sobresaltándome al comienzo, terminó por confundirme, someterme y aterrarme. Con profundo y reverendo respeto, volví a colocar el candelabro en su posición anterior. Alejada así de mi vista la causa de mi honda agitación busqué vivamente el volumen que se ocupaba de las pinturas y su historia. Abriéndolo en el número que se designaba al retrato oval, leí en él las vagas y extrañas palabras que siguen:

"Era una virgen de singular hermosura, y tan encantadora como alegre. Aciaga la hora en que vio y amó y desposó al pintor. El, apasionado, estudioso, austero, tenía ya una prometida en el arte; ella, una virgen de sin igual hermosura y tan encantadora como alegre, toda luz y sonrisas, y traviesa como un cervatillo; amándolo y mimándolo, y odiando tan sólo al arte, que era su rival; temiendo tan sólo la paleta, los pinceles y los restantes enojosos instrumentos que la privaban de la contemplación de su amante. Así, para la dama, cosa terrible fue oir hablar al pintor de su deseo de retratarla. Pero era humilde y obediente, y durante muchas semanas posó dócilmente en el oscuro y elevado aposento de la torre, donde sólo desde lo alto caía la luz sobre la pálida tela. Mas él, el pintor, gloriábase de su trabajo, que avanzaba hora a hora y día a día. Y era un hombre apasionado, violento y taciturno, que se perdía en sus ensueños; tanto, que no quería ver cómo esa luz que entraba lívida, en la torre solitaria, marchitaba la salud y la vivacidad de su esposa, que se consumía a la vista de todos, salvo de la suya. Mas ella seguía sonriendo, sin exhalar queja alguna, pues veía que el pintor, cuya nombradía era alta, trabajaba con un placer fervoroso y ardiente, bregando noche y día para pintar aquella que tanto le amaba y que, sin embargo, seguía cada más desanimada y débil. Y, en verdad, algunos que contemplaban el retrato hablaban en voz baja de su parecido como de una asombrosa maravilla, y una prueba tanto de la excelencia del artista como de su profundo amor por aquella a quien representaba de manera tan insuperable. Pero, a la larga, a medida que el trabajo se acercaba a su conclusión, nadie fue admitido ya en la torre, pues el pintor habíase exaltado en el ardor de su trabajo y apenas si apartaba los ojos de la tela, incluso para mirar el rostro de su esposa. Y no quería ver que los tintes que aparecían en la tela eran extraídos de las mejillas de aquella mujer sentada a su lado. Y cuando pasaron muchas semanas y poco quedaba por hacer, salvo una pincelada en la boca y un matiz en los ojos, el espíritu de la dama osciló, vacilante como la llama en el tubo de la lámpara. Y entonces la pincelada fue puesta y aplicado el matiz, y durante un momento el pintor quedó en transe frente a la obra cumplida. Pero, cuando estaba mirándola, púsose pálido y tembló mientras gritaba: "¡Ciertamente, ésta es la vida misma!”, y volvióse de improviso para mirar a su amada... ¡Estaba muerta!" Edgar Allan Poe

CUENTOS Y RELATOS DE TERROR



  • "Nunca te burles de las Historias (LEER)

  • "A Imagen y Semejanza" de Mario Benedetti (LEER)

  • "El Retrato Oval" de Edgar Allan Poe (LEER) 


  • "La Leyenda del Holandés Errante" (LEER)


  • "La Muerte está Sentada" (LEER)


  • "El Extraordinario caso de madame V" (LEER)

  • "Las sombras y el perro" (LEER)

A Imagen y Semejanza de Mario Benedetti

A Imagen y Semejanza
Cuento de Mario Benedetti

Era la última hormiga de la caravana, y no pudo seguir la ruta de sus compañeras. Un terrón de azúcar había resbalado desde lo alto, quebrándose en varios terroncitos. Uno de éstos le interceptaba el paso. Por un instante la hormiga quedó inmóvil sobre el papel color crema. Luego, sus patitas delanteras tantearon el terrón.

Retrocedió, después se detuvo. Tomando sus patas traseras como casi punto fijo de apoyo, dio una vuelta alrededor de sí misma en el sentido de las agujas de un reloj. Sólo entonces se acercó de nuevo. Las patas delanteras se estiraron, en un primer intento de alzar el azúcar, pero fracasaron. Sin embargo, el rápido movimiento hizo que el terrón quedara mejor situado para la operación de carga.

Esta vez la hormiga acometió lateralmente su objetivo, alzó el terrón y lo sostuvo sobre su cabeza. Por un instante pareció vacilar, luego reinició el viaje, con un andar bastante más lento que el que traía. Sus compañeras ya estaban lejos, fuera del papel, cerca del zócalo. La hormiga se detuvo, exactamente en el punto en que la superficie por la que marchaba, cambiaba de color. Las seis patas hollaron una N mayúscula y oscura. Después de una momentánea detención, terminó por atravesarla. Ahora la superficie era otra vez clara. De pronto el terrón resbaló sobre el papel, partiéndose en dos.

La hormiga hizo entonces un recorrido que incluyó una detenida inspección de ambas porciones, y eligió la mayor. Cargó con ella, y avanzó. En la ruta, hasta ese instante libre, apareció una colilla aplastada. La bordeó lentamente, y cuando reapareció al otro lado del pucho, la superficie se había vuelto nuevamente oscura porque en ese instante el tránsito de la hormiga tenía lugar sobre una A. Hubo una leve corriente de aire, como si alguien hubiera soplado.

Hormiga y carga rodaron. Ahora el terrón se desarmó por completo. La hormiga cayó sobre sus patas y emprendió una enloquecida carrerita en círculo. Luego pareció tranquilizarse. Fue hacia uno de los granos de azúcar que antes había formado parte del medio terrón, pero no lo cargó. Cuando reinició su marcha no había perdido la ruta. Pasó rápidamente sobre una D oscura, y al reingresar en la zona clara, otro obstáculo la detuvo. Era un trocito de algo, un palito acaso tres veces más grande que ella misma. Retrocedió, avanzó, tanteó el palito, se quedó inmóvil durante unos segundos. Luego empezó la tarea de carga. Dos veces se resbaló el palito, pero al final quedó bien afirmado, como una suerte de mástil inclinado. Al pasar sobre el área de la segunda A oscura, el andar de la hormiga era casi triunfal. Sin embargo, no había avanzado dos centímetros por la superficie clara del papel, cuando algo o alguien movió aquella hoja y la hormiga rodó, más o menos replegada sobre sí misma. Sólo pudo reincorporarse cuando llegó a la madera del piso. A cinco centímetros estaba el palito.

La hormiga avanzó hasta él, esta vez con parsimonia, como midiendo cada séxtuple paso. Así y todo, llegó hasta su objetivo, pero cuando estiraba las patas delanteras, de nuevo corrió el aire y el palito rodó hasta detenerse diez centímetros más allá, semicaído en una de las rendijas que separaban los tablones del piso. Uno de los extremos, sin embargo, emergía hacia arriba. Para la hormiga, semejante posición representó en cierto modo una facilidad, ya que pudo hacer un rodeo a fin de intentar la operación desde un ángulo más favorable. Al cabo de medio minuto, la faena estaba cumplida. La carga, otra vez alzada, estaba ahora en una posición más cercana a la estricta horizontalidad. La hormiga reinició la marcha, sin desviarse jamás de su ruta hacia el zócalo. Las otras hormigas, con sus respectivos víveres, habían desaparecido por algún invisible agujero. Sobre la madera, la hormiga avanzaba más lentamente que sobre el papel. Un nudo, bastante rugoso de la tabla, significó una demora de más de un minuto. El palito estuvo a punto de caer, pero un particular vaivén del cuerpo de la hormiga aseguró su estabilidad. Dos centímetros más y un golpe resonó. Un golpe aparentemente dado sobre el piso. Al igual que las otras, esa tabla vibró y la hormiga dio un saltito involuntario, en el curso del cual, perdió su carga. El palito quedó atravesado en el tablón contiguo. El trabajo siguiente fue cruzar la hendidura, que en ese punto era bastante profunda. La hormiga se acercó al borde, hizo un leve avance erizado de alertas, pero aún así se precipitó en aquel abismo de centímetro y medio. Le llevó varios segundos rehacerse, escalar el lado opuesto de la hendidura y reaparecer en la superficie del siguiente tablón.

Ahí estaba el palito. La hormiga estuvo un rato junto a él, sin otro movimiento que un intermitente temblor en las patas delanteras. Después llevó a cabo su quinta operación de carga. El palito quedó horizontal, aunque algo oblicuo con respecto al cuerpo de la hormiga. Esta hizo un movimiento brusco y entonces la carga quedó mejor acomodada. A medio metro estaba el zócalo. La hormiga avanzó en la antigua dirección, que en ese espacio casualmente se correspondía con la veta. Ahora el paso era rápido, y el palito no parecía correr el menor riesgo de derrumbe. A dos centímetros de su meta, la hormiga se detuvo, de nuevo alertada. Entonces, de lo alto apareció un pulgar, un ancho dedo humano y concienzudamente aplastó carga y hormiga.
Mario Benedetti

La Leyenda del Holandés Errante


La Leyenda del Holandés Errante


Una nave tropieza con una terrible tormenta, pero su capitán, enloquecido y sordo a las súplicas, rehúsa buscar refugio. Como castigo, es condenado a recorrer los mares durante toda la eternidad. ¿Cuál es el origen de la famosa leyenda del Holandés Errante?

Grabado que reproduce una de las primeras representaciones de la ópera de Wagner "El buque fantasma"

La historia del Holandés Errante es una de las más famosas y quizá de las más antiguas leyendas del mar, ya que circula desde hace, por lo menos, 500 años. Pero posiblemente su origen se remonte a tiempos muy anteriores al nacimiento de Cristo. Esencialmente, la historia es la siguiente: un maniático capitán holandés -por supuesto, el término «Holandés Errante» se refiere al capitán y no a su barco- desafía la ira de Dios y como resultado es condenado a navegar por los océanos eternamente, provocando la muerte de todos cuantos ven su nave espectral. Esta historia ha sido elaborada por muchos escritores, pero constituye algo más que una ficción, una siniestra historia del mar para asustar a crédulos marineros de agua dulce en tabernas portuarias. Este barco fantasma ha sido avistado en numerosas ocasiones, las últimas en pleno siglo XX

Muchas autoridades sostienen que la historia del Holandés errante se originó a partir de un hecho real, aunque sobre este punto no hay acuerdo. El problema se complica aún más porque existen muchas versiones de la historia, en las que el capitán puede llamarse Vanderdecken, Van Demien, Van Sraaten o Van alguna otra cosa.

La versión más conocida de la historia del Holandés Errante habla de un tal capitán Vanderdecken, cuya nave fue atrapada en una terrible tormenta cuando doblaba el cabo de Buena Esperanza. Los pasajeros, aterrorizados, rogaron a Vanderdecken que se refugiara en un puerto seguro o que, por lo menos, arriara velas a intentara capear el temporal, pero el enloquecido capitán se rió de sus súplicas y, atándose al timón, comenzó a cantar canciones sacrílegas.

La tripulación también se alarmó por la conducta de su capitán e intentó hacerse con el control de la nave, pero el intento de motín fue sofocado cuando Vanderdecken arrojó a su líder por la borda, mientras los aterrorizados pasajeros y la tripulación se encomendaban a Dios. En respuesta a sus plegarias las nubes se abrieron y una luz incandescente iluminó el castillo de proa, revelando una figura gloriosa que según algunos, era el Espíritu Santo, mientras otros dijeron que era Dios.

El explorador portugués Bartolomeu Dias en el viaje en el que descubrió el Cabo de Buena Esperanza, en 1487

La figura se enfrentó con Vanderdecken y le dijo que, ya que disfrutaba con los sufrimientos ajenos, de ahora en adelante sería condenado a recorrer el océano eternamente, siempre en medio de una tempestad, y provocaría la muerte de todos aquellos que le vieran. Su único alimento sería hierro al rojo vivo, su única bebida la hiel, y su única compañía el grumete, a quien le crecerían cuernos en la cabeza y tendría las fauces de un tigre y la piel de una lija (lo cual parece muy injusto para el pobre grumete quien, hasta aquí, no había tenido ningún papel independiente en la historia y, presumiblemente, sentía tanto temor ante Vanderdecken como el resto de la tripulación). Sin embargo, con estas palabras la visión desapareció, y con ella todos los pasajeros y tripulantes. Vanderdecken y el grumete quedaron abandonados a su destino.

Ésta es la versión clásica de la historia del Holandés Errante. Puede ser que se base en hechos, pero no hay acuerdo acerca de cuáles pudieron ser esos hechos. Una versión afirma que la historia deriva de la saga escandinava de Stote, un vikingo que robó un anillo a los dioses y cuyo esqueleto, cubierto con un manto de fuego, fue hallado después sentado en el palo mayor de una nave negra y fantasmal.

Otros creen que la historia es más reciente y sugieren que se originó en las aventuras de Bartolomeu Dias (c. 1450-1500), navegante portugués que descubrió el cabo de Buena Esperanza en 1488 y cuyas proezas marítimas llegaron a parecer sobrehumanas, según la biografía que escribió sobre él Luis de Camoes.


Una Partida De Dados Con El Diablo

Otros investigadores han desenterrado una dudosa historia acerca de los dos barcos mercantes holandeses del siglo XVI cuyas tripulaciones avistaron el fantasma de un bajel que se había perdido en el Pacífico; la historia del Holandés Errante derivaría de esto. Otra teoría es que la historia se basa en la leyenda de un alemán llamado Von Felkenberg, que se jugó el alma a los dados con el Diablo y perdió. Una leyenda holandesa similar habla del capitán Van Straaten y también se cuenta una historia acerca de Bernard Fokke.

Fokke, capitán del Libera Nos, era famoso por la rapidez con que realizaba sus travesías. Quienes envidiaban su habilidad de navegante afirmaban que había establecido un pacto con el diablo, algo que la extrema fealdad de Fokke y su mal carácter ayudaban a creer. Un día se embarcó en un viaje del que no retornó y se rumoreó que, finalmente, el Diablo había cobrado su recompensa.

No es improbable que la leyenda del Holandés Errante naciera como consecuencia de un hecho real, aunque, sin duda, éste habrá sido algo más prosaico que la venta de un alma al Diablo. Existen muchos casos de buques que fueron abandonados por error por su tripulación, en la creencia de que estaban a punto de zozobrar, y luego siguieron a flote durante días, semanas, meses a incluso años, siguiendo los caprichos del viento y las mareas. El más famoso de esos barcos es el Mary Celeste, pero no es el único. Quizá una de las historias más notables sea la del clíper lanero Marlborough, que desapareció en 1890 mientras de Australia se dirigía a Inglaterra. Se dice que fue hallado 23 años después, frente a las costas de Chile. Aunque la historia del Marlborough sea una exageración, resulta fácil imaginar su efecto en las mentes de marinos supersticiosos en aguas poco conocidas, cuando vieron al buque abandonado emerger súbitamente de la niebla.

Versión cinematográfica de esta leyenda con el título de "Pandora" (1951), interpretada por James Mason y Ava Gardner

La historia del Holandés Errante ha inspirado muchas obras de ficción. El poeta norteamericano Henry Wadsworth Longfellow (1807-1882) escribió sobre este aspecto en The phantom ship (El buque fantasma), que figura en su libro Birds of passage (Aves de paso). Edward Fitzball escribió un melodrama llamado El Holandés Errante, y el francés August Jal la versión más conocida de la historia en sus Scénes de la vie maritime (Escenas de la vida marítima). El poeta lírico alemán Heinrich Heine (1797-1856), inspirándose en el melodrama de Fitzball o en un cuento anónimo titulado Vanderdecken's message home (El mensaje de Vanderdecken) -que apareció en Blackwood's Edinburgh Magazine-, escribió sobre el buque fantasma en sus Memoiren des Herrn von Schnabelwopski (Memorias del señor Schnabelwopski). Esto, a su vez, fue indudablemente lo que inspiró la ópera de Wagner El buque fantasma, en la que Vanderdecken puede bajar a tierra una vez cada siete años, para encontrar a una mujer cuyo amor pueda redimirlo. Otros escritores que tocaron el tema fueron Frederick Marryat (El buque fantasma, 1839) y Walter Scott (Rokeby, 1813).

Sin embargo, el Holandés Errante es más que mera leyenda o ficción. A lo largo de los siglos mucha gente afirmó haber visto el espectro de la nave. Uno de los informes más antiguos apareció en 1702 en la Magnalia Christi Americana, historia eclesiástica de Nueva Inglaterra que escribió Cotton Mather, autor prolífico y célebre pastor puritano. Pero muchas de las observaciones son difíciles -si no imposibles- de comprobar y, por lo tanto deben ser descartadas como espejismos, alucinaciones o visiones debidas a un exceso de alcohol. Pero existe un informe excepcional. En 1881 una observación del barco del Holandés Errante fue comunicada por el príncipe Jorge de Inglaterra -que después reinó como Jorge V- y por su hermano mayor, el príncipe AIberto Víctor, duque de Clarence... el mismo duque de Clarence que hoy figura entre los sospechosos de haber sido el infame Jack el Destripador.

Se ha dicho que el incidente aparecía en el libro de bitácora del Baccante, pero no es así. En cambio, sí aparece en un relato del viaje de los príncipes en ese buque, compilado por John H. Dalton a partir de sus diarios personales, cartas y libros de notas. En el momento de la observación los príncipes estaban a bordo de otro barco de la flota, el Inconstant, ya que habían sido trasladados allí cuando el Baccante tuvo problemas en el timón. El relato dice: 11 de junio de 1881. A las 4 de la madrugada el «Holandés Errante» cruzó nuestro rumbo. Era una extraña luz roja, como la de un buque fantasma, incandescente, y en el centro de esa luz, los mástiles, palos y velas de un bergantín, a 200 m de distancia, se destacaron con fuerte relieve cuando se acercó a nuestra amura de babor. El vigía del castillo de proa informó que estaba cerca de la amura, donde también lo vio claramente el oficial de guardia desde el puente, como también el guardiamarina del alcázar, que fue enviado inmediatamente al castillo de proa, pero al llegar allí no logró ver vestigios ni señales de ningún barco material, ni cerca ni en el horizonte, pese a que la noche era clara y el mar estaba en calma. En total fue visto por trece personas, pero si se trataba del Van Demien del «Holandés Errante», o qué, no lo sabremos.

El Tourmaline y el Cleopatra, que navegaba a estribor, hicieron señales para preguntar si habíamos visto la extraña luz roja.

A las 10:45 el marinero que esta mañana había avistado al «Holandés Errante» cayó desde las crucetas del mastelerillo de juanete y se hizo trizas. A las 16:15 se efectuaron honras fúnebres y su cadáver fue lanzado al mar. Era un valiente marinero real, y uno de los más prometedores tripulantes del barco, y todos se sienten muy tristes por su pérdida. En el siguiente puerto nos encontramos con el almirante, que también se mostró muy disgustado. Alrededor de 13 personas en el Inconstant, además de una cantidad no especificada de personas en el Tourmaline y el Cleopatra, vieron el espectro, aunque si era el Holandés Errante a otro espectro «no lo sabremos», tal como dijeron los príncipes. Pero, tal como afirma la leyenda, la visión acarreó la muerte de una persona.


Los Nazis También

Una de las fuentes más inesperadas de un informe sobre el barco del Holandés Errante es -según se dijo- Karl Dónitz, comandante en jefe de la flota alemana, y efímero sucesor de Adolf Hitler. Se dice que vio la nave espectral mientras se hallaba en una misión al este de Suez, y que después afirmó que sus hombres preferían enfrentarse con toda la flota aliada antes que vivir nuevamente el horror de ver el barco del Holandés Errante.

El del Holandés no es, por cierto, el único espectro marino. En 1949 se estimaba que había más de 100 casos «bien comprobados» de naves fantasmas que frecuentaban la costa noreste de los Estados Unidos.

El buque fantasma más famoso de los Estados Unidos es, probablemente, el Palatine, que fue tema de un famoso poema de John Greenleaf Whittier. Según la leyenda, en 1752 una tormenta arrojó al Palatine contra las rocas de Block Island, cerca de Rhode Island, y sus restos fueron incendiados por los pescadores; una pasajera quedó atrapada y se quemó viva. Desde entonces, el espectro del barco en llamas ha sido visto en innumerables ocasiones.

Es difícil descartar las pruebas de que algo -se le llama «la luz del Palatine»- ha sido visto con regularidad cerca de la costa. Pero una investigación cuidadosa revela que ningún barco de esas características naufragó jamás en Block Island. Sin embargo, también se descubrió que 14 años antes, en 1738, el Princess Augusta, que llevaba 350 refugiados del Alto y el Bajo Palatinado, en Alemania, sí naufragó en la costa norte de Block Island en circunstancias similares a las que se atribuían al Palatine; no cabe duda de que éste fue el origen de la leyenda. Sólo un elemento del destino del Princess Augusta difiere de la leyenda del Palatine: el Princess Augusta se hundió, y no fue incendiado. De modo que si el espectro que se ve con tanta frecuencia cerca de allí es el espectro del Princess Augusta, ¿por qué el buque fantasma aparece en llamas?

Otro barco fantasma bastante conocido es el Goblin, negro y con velas de cruz, del que se dice que es visto con frecuencia por los habitantes de Porthcurno Cove, cerca de St. Leven, en Cornualles (Inglaterra). Este espectro es característico porque se le ve dirigirse a la costa; después de desliza sobre tierra firme, y finalmente desaparece.

¿Qué son, entonces, esos buques fantasma, esos espectros del mar?. Se les puede aplicar las mismas preguntas, especulaciones y teorías que se refieren a los fantasmas en general. Pero el Holandés Errante se distingue de las historias folklóricas y de fantasmas habituales: ha sido visto muchas, muchísimas veces. Si el barco no existe, ¿qué fue entonces lo que vieron los príncipes a bordo del Inconstant? Dado que la aparición del Holandés Errante y de su barco parece predecir sólo muertes o desastres, quizá lo más razonable sea no buscar la respuesta con demasiado empeño.-